Antes de realizar una mentoplastía se debe realizar un buen diagnóstico del paciente y determinar si es candidato o no a esta cirugía. Los individuos susceptibles a mentoplastía se relacionan con alteraciones estéticas de la barbilla a causa de deformidades por defectos congénitos o adquiridos, o simplemente a causa del envejecimiento.
La alteración en la forma del mentón suele asociarse a tres afecciones que están indicadas para mentoplastía:
a) Micrognatia o sub desarrollo de la mandíbula, que puede ser de carácter congénito o secundario a problemas del desarrollo que se caracteriza por mandíbula pequeña (hipoplásica) y en retrusión, con presencia de una maloclusión dental.
b) Microgenia. Es una alteración muy común y se distingue por un crecimiento insuficiente de la porción mandibular anterior (sínfisis mentoniana), dando origen a una retrusión sin maloclusión dental. Esta afección se puede dar en sentido ánteroposterior, vertical o mixto.
c) Retrognatia: o retrusión mandibular, que se caracteriza por poseer un tamaño aparentemente normal y no existe maloclusión dentaria.1 10
Además de las mencionadas alteraciones, existen otras indicaciones como: el envejecimiento, ya que con los años la proyección anterior y vertical del mentón se pierde, se atrofian los tejidos blandos y disminuye la elasticidad de la piel y el tejido subcutáneo, dando la apariencia de un desagradable “mentón de bruja”, caracterizado por un pliegue submentoniano muy profundo y una caída del tejido prementoniano.
Después de la cirugía el paciente experimentará malestar, equimosis e inflamación en la barbilla y en la región mandibular subyacente que durará algunos días después de la intervención, debiendo seguir indicaciones precisas para reducir las molestias y facilitar el proceso de cicatrización:9
Además de cumplir con la medicación postoperatoria con antibióticos, analgésicos, antiinflamatorios, enjuagues bucales, etc., se recomienda no retirarse las telas adhesivas durante los primeros 7 días, así como consumir una dieta blanda y tomar batidos de suplementos alimenticios para obtener los nutrientes requeridos para una pronta recuperación, aplicar paquetes de hielo o compresas frías en la zona. El paciente deberá realizar control de la temperatura para descartar la existencia de una infección.
Generalmente, se recomienda esperar de 2 a 3 semanas para comenzar a realizar ejercicios físicos y se aconseja esperar alrededor de 1 mes antes de exponerse al sol, pues esto prolonga el proceso de desinflamación, obstaculizando una buena cicatrización.
Armengual de la Mota, 1
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